CALI… ¿QUÉ?
Estamos acostumbrándonos a muchos palabras teóricamente cargadas de significado, que demuestran ser lo contrario en la práctica. Palabras que llevan años de moda, que lo dicen todo, pero realmente no significan nada. Tenemos varios ejemplos en bioconstrucción, bioclimático, ecológico, sostenibles, renovable…y nuestra palabra estrella: calidad.
Nos hablan de la Q de calidad, la E de Excelencia…Tendemos a creer que aquel que obtiene la famosa Q de calidad habrá realizado grandes méritos y que todo producto ofertado por estas entidades será de categoría superior a los de la competencia.
Por ejemplo, en arquitectura: ¿quiere esto decir que los proyectos de las empresas con estos distintivos son mejores, más atractivos, se hacen en menos tiempo, no se equivocan nunca, etc.? La respuesta es sencilla: NO.
Solo implica que esa empresa lleva de manera organizada el control de algunos procesos dentro de su oficina. Por ejemplo, puede tener toda la documentación bien ordenada.
¿De qué nos sirve esto a nosotros como cliente? Tiene su valor, pero no tiene relación con el producto que nosotros deseamos. No significa que el proyecto del arquitecto o la vivienda que vende el promotor sea mejor por tener una Q de calidad, la E de excelencia o la M de soy el mejor. A la vivienda no le da más el sol, no está mejor aislada a los ruidos del vecino o de la calle y ni siquiera nos permite ahorrar dinero en los consumos de las facturas que deberemos pagar.
Valor práctico de la calidad
En la compra de toda vivienda hay un documento que aparece siempre: “Memoria de Calidades”. En él se describen algunos de los materiales que contendrá la vivienda. ¿Quiere esto decir que hay una superioridad sobre otros materiales o que vamos a vivir con mayor grado de confort? NO.
Si queremos calidad para nuestra casa, hemos de exigirla. Si el cliente exige, el promotor cumplirá para poder vender ya que este es su único fin. A pesar de lo fríos que son los números, es el único idioma objetivo que todos entendemos sin que haya posibles engaños.
¿Cuánto voy a gastar en calefacción y agua caliente al año en euros? ¿Qué calificación energética tiene la casa que voy a comprar? ¿Cómo de aislada está al ruido de la calle y los vecinos?
Estas cuestiones que afectan a la convivencia entre vecinos y a nuestro bolsillo son algunas de las más importantes a la hora de comprar una casa.
Si los consumidores pedimos un tipo de vivienda mejor los promotores la construirán, ya que tenemos más poder del que creemos. El día que sepamos diferenciar entre dos casas, podremos elegir con conocimiento de causa, no sólo por el precio inicial.
Una casa puede ser económica en su compra, pero cara con el paso del tiempo. Por ejemplo, para un piso de 100 m² ubicado en Madrid es posible ahorrar una cantidad cercana a los 900€/año en sus facturas por consumo de gas y electricidad en función de esas llamadas “calidades”.
Pedir, pedir y volver a pedir
Resumiendo, la calidad, a día de hoy, no la da un tipo de madera concreto o el mármol de una cantera determinada: NO. La calidad entendida como superioridad y excelencia la dan unas muy buenas ventanas, muy buenos vidrios y mucho aislamiento térmico y acústico.
Nuestro consejo es: pregunta por estos parámetros a quien os venda vuestra casa y que no os diga que cumple la normativa. ¡Faltaría más, todas las casas lo hacen! Hay que pedir más que el mínimo, sobre todo, a nivel de eficiencia energética. Además, también debes exigir que te enseñen los ensayos que deben realizar para conocer los datos de aislamiento acústico de la vivienda a comprar. En Castilla y León, por ejemplo, ya obligan a ensayar acústicamente un 35% de las viviendas de cada promoción. ¡Que no te engañen!
¡Saludos, tmsarquitectos!